Era diciembre de 2018. Después de
algunos problemas al hacer la inscripción, ya que al principio no nos
reconocían los dos intentos fallidos anteriores, tras muchos correos y más de
un pataleo nos dieron plaza para correr a finales de agosto de 2019 el Ultra Trail
de Mont Blanc. Magua, Arturo y un servidor. La pobre Cristina se quedaba en
tierra con su rodilla maltrecha. Siempre la hemos tenido presente porque fue de
las que inició el grupo y la idea de hacer la carrera.
Con esa confirmación tocaba
reservar vuelo, alojamiento, traslados, etc. No había vuelta atrás, aunque por
si acaso añadí seguros de cancelación a casi todo. Con ocho meses por delante
podrían pasar muchas cosas.
Lo siguiente era la preparación
física. A pesar de la experiencia que tenía tuve claro desde el principio que
me llevara los entrenos un entrenador. En este caso, un amigo, Abraham García
de Physical Training. A él también le gustó la idea y desde finales de año ya
comencé con unos planes semanales que fuimos adaptando a mi estado y sobre todo
a la evolución de todo lo que fue ocurriendo a nivel físico, que fue bastante.
Para empezar, a finales de año
empecé a tener molestias mucho más severas en la rodilla izquierda, y después
de varias pruebas, resonancia incluida, me diagnosticaron que tenía la
condromalacia en grado 2 y sobre todo, el menisco interno roto por desgaste.
Malísima noticia que me hizo dudar sobre cumplir mi sueño. Era finales de enero
y en ese momento además coincidió que hice la Trail Víboras en Algodonales y
las sensaciones fueron muy malas. Tomé conciencia del problema y decidí actuar
en varios frentes para intentar, al menos, llegar a Chamonix.
Lo primero, me infiltré ácido
hialurónico en la rodilla. Mi traumatólogo, Carlos Revenga, también corredor,
me recomendó la marca Durolane. La más densa pero también la más cara. Sin duda
que la recomiendo. Se nota y mucho. Incluso me infiltré un mes antes de UTMB
por segunda vez para ir más "seguro".
En cuanto a la preparación física
decidimos compaginar las sesiones de calidad y carrera con sesiones
regenerativas en elíptica. La secuencia semanal básica era gimnasio-calidad en
sierra-elíptica-carrera-descanso-tirada larga-regeneración/descanso. Entre
cinco y seis sesiones en las que basamos los entrenos de trail en desnivel, más
que en distancia; y la calidad, en series de subidas y bajadas pero no en
velocidad. El resultado es que noté una gran mejoría sin machacarme tanto
haciendo mucho volumen. De hecho los entrenos entre semana no duraban más de
hora y media y la sensación no fue de cansancio.
Decidí también reducir todo lo
posible la carga sobre la rodilla, es decir, perder peso. Mi entrenador me pasó
una dieta genérica semanal para deportistas con predominio de las proteínas
que seguí escrupulosamente. Mi objetivo era bajar de los 86 kg en que estaba a
los 80 y en dos meses ya lo cumplí. Después mantuve la dieta y llegué a los 76
kg. El cambio físico fue sustancial, sobre todo en definición y tono muscular. La
mejoría al correr era notable.
En cuanto a carreras también opté
por descartar todas las que tenía previstas antes de UTMB, así que me perdí
Bandoleros y la Pedrusco, pero fui al Gran Trail de Peñalara, con 115 km y
5.100 d+, dos meses antes del objetivo, sobre todo como una prueba importante
de mi estado.
Pero justo cuando todo iba bien y
comenzaba una etapa de carga fuerte, en un entreno largo por la sierra de
Grazalema ya a la vuelta, en solitario, de noche y con muchas horas en las
piernas, tropecé supongo que con una piedra y salté por los aires. Aparte del
susto y algunas magulladuras por todos lados, tenía un dolor importante en el
dedo gordo del pie que me impedía casi andar. Al final me repuse y terminé el
entreno como pude, pero al seguir doliéndome días después tuve que hacerme
pruebas y resultó ser una fisura del dedo gordo. No me lo podía creer. Eso fue
en mayo y hasta finales de junio estuve arrastrando la lesión. Aunque fue
evolucionando a mejor no tenía claro si llegaría a tiempo y también influyó
bastante en los entrenos porque tuve que reducir mucho la carga.
Todavía tuve otro susto a dos
semanas de la carrera cuando un día al levantarme noto una sobrecarga muy
fuerte en el abductor de la pierna izquierda. Seguramente por la tensión
acumulada, porque ya estaba en pleno tapering, pero lo cierto es que me daba un
latigazo al levantar la pierna. Un par de sesiones de mi super fisio, Silvia
Navarro, y como nuevo en unos días.
Así que con muchas complicaciones
pero con más ilusión y también mucho esfuerzo me planté el miércoles 28 de
agosto con mi mujer en Chamonix para la carrera. Pero eso es otra historia: el
reto de correr... El Ultra Trail Mont Blanc.