lunes, 7 de octubre de 2019

El camino hasta UTMB


Era diciembre de 2018. Después de algunos problemas al hacer la inscripción, ya que al principio no nos reconocían los dos intentos fallidos anteriores, tras muchos correos y más de un pataleo nos dieron plaza para correr a finales de agosto de 2019 el Ultra Trail de Mont Blanc. Magua, Arturo y un servidor. La pobre Cristina se quedaba en tierra con su rodilla maltrecha. Siempre la hemos tenido presente porque fue de las que inició el grupo y la idea de hacer la carrera.

Con esa confirmación tocaba reservar vuelo, alojamiento, traslados, etc. No había vuelta atrás, aunque por si acaso añadí seguros de cancelación a casi todo. Con ocho meses por delante podrían pasar muchas cosas.

Lo siguiente era la preparación física. A pesar de la experiencia que tenía tuve claro desde el principio que me llevara los entrenos un entrenador. En este caso, un amigo, Abraham García de Physical Training. A él también le gustó la idea y desde finales de año ya comencé con unos planes semanales que fuimos adaptando a mi estado y sobre todo a la evolución de todo lo que fue ocurriendo a nivel físico, que fue bastante.

Para empezar, a finales de año empecé a tener molestias mucho más severas en la rodilla izquierda, y después de varias pruebas, resonancia incluida, me diagnosticaron que tenía la condromalacia en grado 2 y sobre todo, el menisco interno roto por desgaste. Malísima noticia que me hizo dudar sobre cumplir mi sueño. Era finales de enero y en ese momento además coincidió que hice la Trail Víboras en Algodonales y las sensaciones fueron muy malas. Tomé conciencia del problema y decidí actuar en varios frentes para intentar, al menos, llegar a Chamonix.

Lo primero, me infiltré ácido hialurónico en la rodilla. Mi traumatólogo, Carlos Revenga, también corredor, me recomendó la marca Durolane. La más densa pero también la más cara. Sin duda que la recomiendo. Se nota y mucho. Incluso me infiltré un mes antes de UTMB por segunda vez para ir más "seguro".

En cuanto a la preparación física decidimos compaginar las sesiones de calidad y carrera con sesiones regenerativas en elíptica. La secuencia semanal básica era gimnasio-calidad en sierra-elíptica-carrera-descanso-tirada larga-regeneración/descanso. Entre cinco y seis sesiones en las que basamos los entrenos de trail en desnivel, más que en distancia; y la calidad, en series de subidas y bajadas pero no en velocidad. El resultado es que noté una gran mejoría sin machacarme tanto haciendo mucho volumen. De hecho los entrenos entre semana no duraban más de hora y media y la sensación no fue de cansancio.

Decidí también reducir todo lo posible la carga sobre la rodilla, es decir, perder peso. Mi entrenador me pasó una dieta genérica semanal para deportistas con predominio de las proteínas que seguí escrupulosamente. Mi objetivo era bajar de los 86 kg en que estaba a los 80 y en dos meses ya lo cumplí. Después mantuve la dieta y llegué a los 76 kg. El cambio físico fue sustancial, sobre todo en definición y tono muscular. La mejoría al correr era notable.


En cuanto a carreras también opté por descartar todas las que tenía previstas antes de UTMB, así que me perdí Bandoleros y la Pedrusco, pero fui al Gran Trail de Peñalara, con 115 km y 5.100 d+, dos meses antes del objetivo, sobre todo como una prueba importante de mi estado.

Pero justo cuando todo iba bien y comenzaba una etapa de carga fuerte, en un entreno largo por la sierra de Grazalema ya a la vuelta, en solitario, de noche y con muchas horas en las piernas, tropecé supongo que con una piedra y salté por los aires. Aparte del susto y algunas magulladuras por todos lados, tenía un dolor importante en el dedo gordo del pie que me impedía casi andar. Al final me repuse y terminé el entreno como pude, pero al seguir doliéndome días después tuve que hacerme pruebas y resultó ser una fisura del dedo gordo. No me lo podía creer. Eso fue en mayo y hasta finales de junio estuve arrastrando la lesión. Aunque fue evolucionando a mejor no tenía claro si llegaría a tiempo y también influyó bastante en los entrenos porque tuve que reducir mucho la carga.


Todavía tuve otro susto a dos semanas de la carrera cuando un día al levantarme noto una sobrecarga muy fuerte en el abductor de la pierna izquierda. Seguramente por la tensión acumulada, porque ya estaba en pleno tapering, pero lo cierto es que me daba un latigazo al levantar la pierna. Un par de sesiones de mi super fisio, Silvia Navarro, y como nuevo en unos días.

Así que con muchas complicaciones pero con más ilusión y también mucho esfuerzo me planté el miércoles 28 de agosto con mi mujer en Chamonix para la carrera. Pero eso es otra historia: el reto de correr... El Ultra Trail Mont Blanc.