Llegó el domingo 10 de junio, otra prueba ultra, esta vez de 50 kms por la playa. Y llegaba con algo de antelación al estado de forma que hubiera querido, pero también en eso consiste esto de las carreras de fondo. Hay que adaptarse al momento, y si se puede bien y si no, pues...se intenta (dentro de unos límites, claro). Y sin estar a tope quise afrontar otro reto que me atraía porque sabía que iba a ser difícil.
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Los DBM en las 7 Playas |
A las 7.30 de la mañana ya estaba en San Fernando recogiendo el dorsal. Me encuentro allí mismo con los compañeros del club con los que compartiré la aventura: Antonio, Álvaro y Jesule. Cada uno viene "arrastrando algo" pero todos tenemos la misma ilusión por hacer la carrera. Exponemos nuestros planes y objetivos: yo pretendo hacer entre cinco y seis horas, por lo que buscaré un ritmo medio de 6' el km, pero mi idea es apretar un poco en los primeros 20 kms e ir a 5.30/5.40 para cuando apriete el calor poder tener margen. De todas formas para mí es una incógnita cómo reaccionará mi cuerpo a partir del 30.
Antes de salir me encuentro con dos buenos amigos blogueros del Rábita Ruta, Juan Barroso y Aníbal, con los que intercambio impresiones y nos deseamos suerte. Buen rollo siempre con esta gente. Hay una especie de briefing previo dando indicaciones y consejos y a las 9 en punto se da la salida. Los primeros kms por un sendero por el "Caño del Carrascón" y por San Fernando hasta llegar a la playa. Todo este tramo de 10 kms lo hago con Álvaro al ritmo clavado de 5.30. Al principio tuve algunas molestias en el gemelo izquierdo pero poco a poco fueron desapareciendo.
Una vez en la arena tomamos dirección Cádiz, para antes pasar por la playa militar de Torregorda. Aquí el viento de poniente, que no es demasiado fuerte, nos da de cara, por lo que mi ritmo previsto se ve afectado. Intento mantenerlo pero cuesta. Álvaro me deja porque prefiere bajar el pistón en previsión de lo que queda, así que con casi 40 kms por delante me quedo solo. Alcanzo a un trío de corredores del Club Guadalquivir con los que comparto recorrido hasta el km 20, final de la playa de la Victoria en Cádiz con un avituallamiento de agua y fruta. Al final tuve que bajar el ritmo a 6' porque era luchar contra el viento y desgastarse inútilmente.
Hago el avituallamiento muy rápido (algo he aprendido de Ronda) y salgo disparado en dirección contraria. Ahora con viento a favor espero recuperar lo "perdido" contra el poniente, pero ante mi sorpresa el pulsómetro empieza a pitar por ritmo cardíaco elevado. Vale, no voy tan controlado como otras veces, pero no me noto a más de 180 ppm como marca el Garmin. Bajo el ritmo y controlo algo pero al poco de nuevo la alarma. Y así sin parar. Incluso me asusto un poco, pero llego a la conclusión de que al empezar a sudar (ya no refrescaba el viento de cara) la cinta empezaba a hacer de las suyas. Lo cierto es que hasta el 30 fui dando pitidos con el reloj y sin ser capaz (tampoco me atrevía, la verdad) de bajar mucho de 6'/km. Ante esta dificultad lo único que me propuse para tener algún objetivo fue no sobrepasar la media de 6 e intentar estar en las 5 horas.
En el km 30 atravesamos de vuelta la playa militar y la distracción de la gente por la playa desaparece. Es el momento de la tan pronunciada "soledad del corredor de fondo", atractiva y bucólica cuando la disfrutas pero dura e interminable cuando la padeces. Y en esos momentos hay una mezcla de ello. Previsor que soy llevaba preparado mi Ipod, compañero inseparable en mis entrenos y que nunca había utilizado en carrera. Era su momento. Sin mis compis de siempre a los que tanto eché de menos me agarré a él e intenté tapar con su sonido los malditos pitidos del pulsómetro que no paraban. Mis pies tampoco querían hacerme olvidar lo que hice con sus dedos gordos en Ronda y empiezan a "dar señales de vida"...lo que faltaba.
En el 35 recupero algo y ya en playa civil con bañistas, gente con sus palas y niños jugando en a arena me animo algo más. Consigo estabilizar las pulsaciones, que siguen altas y mantengo el ritmo medio rozando los 6 minutos por km. Veo difícil hacer las 5 horas. Los pies los he conseguido "adormilar". Para colmo, al llegar a la Punta del Boquerón en el 40 entramos en una zona de dunas y arena blanda que da la puntilla a muchos. Sin embargo yo reacciono y me vengo arriba. Empiezo a adelantar a corredores que no pueden casi ni andar hundiendo los pies en la arena fina. El sol también da de pleno.
Último avituallamiento antes de salir de la playa. Quedan siete kms y ya no me para nadie. Relleno rápido el bidón y salgo disparado. Al final llevé el cinturón Raidlight en lugar de la mochila, ya que no hacía tanto calor y con una botella tendría suficiente...y acerté. Sigo las indicaciones y ya en asfalto al llegar a una rotonda no veo a nadie y sigo por mi acera. No llevo nadie por delante ni detrás, ya que dejé a muchos en el avituallamiento. Calculo que iría en el puesto cuarenta y algo. Estoy en un carril bici con un calor tremendo, las piernas a reventar y el corazón otra vez latiendo deprisa, pero sigo adelante. No veo balizas, ni corredores, ni nada...me temo lo peor. Ante la duda sigo..hasta que un coche me hace señales y me indica que me de la vuelta. Se confirma la pesadilla, me he perdido. Me dan ganas de llorar pero aparece ante mí el pensamiento con el que me quedo de la carrera: un ultra man puede con todo...y vuelvo sobre mis pasos.
Pudieron ser un par de kms, pero cayeron a plomo sobre mis piernas. Me enganché con dos corredores que pasé en las dunas y que fliparon al verme aparecer. Me dijeron que eran de San Fernando y que conocían el recorrido, que si no hubieran seguido hacia delante igual que yo. Después me he enterado que no fui el único. Soy torpe orientándome, pero en esa rotonda el voluntario de turno tuvo una "indisposición" durante unos minutos, porque después sí que había gente allí avisando.
Lo cierto es que gracias a estos amigos pude capear la "semipájara" que me entró, sobre todo psicológica, y hacer los 5 kms finales bajando incluso la media. Para mi sorpresa, cuando había dado por perdida la marca de 5 horas veo que el arco de meta está a menos de 1 km y que estoy en tiempo. Doy las gracias por la "hospitalidad" a los dos compis y salgo enchufado a la meta. Llego tan emocionado con el speaker animándome y los aplausos del personal que cuando subo los peldaños de la escalera que han puesto para atravesar el arco me pego un piñazo dejando atónitos a todos, speaker incluido. Me levanto, alzo los brazos y aquí no ha pasado nada...miro el reloj y sí, bajé de las 5 horas, aunque casi me costó un par de dientes.
Al final el tiempo oficial fue de 5:00:11 en el puesto 57 de 197 llegados. Llegué a lo justo, el esfuerzo fue tremendo, las pulsaciones medias de 168 ppm, algo a lo que no estoy acostumbrado, delatan lo que sufrí, pero por eso estoy tan orgulloso.
Como valoración de la carrera, a pesar del incidente de la "propina en el recorrido" y de quedarme sin camiseta de mi talla, quiero destacar la excelente organización. Sí, imaginaos cómo fue para que a pesar de todo lo resalte. Cuando la calidad humana y las personas implicadas demuestran lo que he visto hay que irse a lo positivo. Sé que han tomado nota de los fallos y que la próxima edición será aun mejor, pero este primer año a mí me han convencido con su esfuerzo. Os la recomiendo.
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Con el original medallón de cerámica de finisher |
En cuanto a mi carrera, me quedo con la capacidad de sufrimiento que estoy ganando. Me he sorprendido el aguante que he tenido en total soledad, con los pies doloridos (problema gordo que tengo que solucionar, por cierto) y las pulsaciones por las nubes, pero no paré ni un momento, tan solo en los avituallamientos y el tiempo justo. Ahora a recuperar todo lo que pueda en esta semana, sobre todo las uñas de los pies...o lo que queda de ellas. A ver cuántos días soy capaz de aguantar parado...