Era casi la una de la tarde de ayer domingo, 19 de febrero, y mientras entraba en el estadio olímpico de La Cartuja a recorrer los menos de 400 metros que faltaban hasta la meta de la maratón se me pasaron muchas cosas por la cabeza. Había soñado muchas veces con ese momento, pero entonces recordé instantes que me hicieron valorar aun más lo que estaba haciendo y disfrutar algo importante para un corredor. Recordé que hace un año por esas fechas estaba en cama recuperándome de una neumonía con el pensamiento en la carrera a la que tuve que renunciar. Recordé que durante todo este verano las salidas tenían como objetivo último llegar a ese momento. Recordé que el 18 de octubre pasado comencé mi plan de entrenamiento que he seguido casi al pie de la letra. Recordé los días tan largos de frío que he pasado no hace tanto y los malos momentos con el resfriado tan inoportuno que pillé al final y que todavía arrastraba. Todo sucedía muy rápido, tanto como el ritmo que no sé de donde pude sacar en esos metros finales y cruzando la meta cerré los ojos dejando llevar mis emociones. No olvidaré jamás esos momentos.
Pero todo empezaba mucho antes. En principio, mis planes eran llegar a Sevilla el sábado por la mañana, recoger dorsal, visitar la feria del corredor e ir a la comida de la pasta. Pero sobre todo, conocer y disfrutar de muchos de los amigos blogueros que también iban a estar por allí. Tenía el hotel reservado desde septiembre, y casi calculado al milímetro la hora de salida y todo lo demás, a mi estilo cuadriculado. Pero claro, los planes se van al traste en dos segundos y así sucedió. Mi mujer cayó con bronquitis el día anterior y para colmo el resfriado que yo estaba dejando atrás reapareció en forma de fuerte dolor de garganta que me hacía ver las estrellas al tragar. Así que de ir acompañado nada de nada, y de ir solo estuve dudando hasta el último momento, pero en contra de todos mis deseos decidí quedarme en casa y salir el domingo temprano para evitar riesgos de recaída al tener la garganta en ese estado. Bueno, la verdad es que estaba realmente preocupado, aunque con el paso del día y algún ibuprofeno mejoré bastante para el día siguiente.
No empezaba bien la cosa, porque aunque el objetivo era correr la maratón tenía muchísima ilusión por compartir esos momentos previos con toda esa gente que aprecio de verdad. Supongo que tendremos otras ocasiones para vernos. Al menos y por pura casualidad pude saludar al Abuelo, Isidro Gilabert y Miguel Mij-Mij en la salida, ya que coincidimos en los momentos previos. Creo que fue un buen augurio.
El plan quedó en ir para Sevilla a las 7 de la mañana con algunos compañeros del club. Falín, José Mari y Antonio Triglobero que tuvo el gran detalle de acompañarnos durante toda la carrera en bici apoyándonos, avituallándonos y haciéndonos fotos. Le estoy muy agradecido, sobre todo después de quedarse en tierra por segunda vez, pero estoy seguro que en breve se sacará esa espina, ya que es un tío que no se para ante nada.
Al final llegamos con el tiempo justo, ya que tuvimos algunos problemas de acceso al parking y también para encontrar la puerta de acceso para la zona de guardarropa, con lo que reconozco que me puse algo nervioso. En todas las carreras llegamos con tiempo de sobra de saludar, estirar y hasta de pasar f´rio esperando, y precisamente en la "gran cita" casi no tendríamos tiempo de hacer una preparación en condiciones. Antes de eso recogimos los dorsales en la cafetería, donde nos esperaba Alfonso con su padre, escudero de lujo y ya habitual en estos momentos precarrera. Gracias también a ambos por retirarnos el dorsal en el último momento y casi "sin avisar".
Por fin ya preparados y a menos de diez minutos para salir nos fuimos para la pista de atletismo que ya estaba repleta de corredores. Hice un pequeño estiramiento improvisado allí en medio y luego fuimos avanzando entre tanta gente para colocarnos algo más arriba e intentar evitar la salida del mogollón, cosa que no conseguimos, por cierto. Nos colocamos en el cartel de entre 3 horas y 3 horas y media, no tanto como referencia sino como forma de avanzar. Cuando levanto la mirada veo que allí esta el Abuelo Runner y al acercarme a darle un abrazo también estaban Isidro Gilabert y Miguel Mij-Mij. Gran alegría de verlos allí y breve intercambio de saludos y palabras. El nerviosismo era evidente y en esos momentos sólo se atina a dar ánimos y chocar las manos para desear suerte.
A las 9.30 en punto se dio la salida. El tumulto es tremendo. Tardo más de un minuto en cruzar la meta y sincronizo mi Garmin con el pitido del chip al pasar por la alfombra. A correr...bueno a trotar...bueno a andar rápido. No se puede. Llegamos incluso a pararnos por unos segundos en la cuesta de salida al exterior. El resultado, primer km a 6.01 de media. Alguno bromea con que me han chafado mi tabla excel con los tiempos previstos, y aunque me río en el fondo pienso que es así, pero ya lo recuperaremos.
A partir de ahí formamos un grupo los "futuros cientouneros" del club (Falín, José Mari, David y un servidor) y también rodamos junto al Abuelo y Miguel un par de kms. Mi plan es hacer entre 4:55 y 4:58 por km. Rondar los 5 de media pero intentar rebajarlo un poco para poder aspirar a hacer las 3 horas 30. Sé que es difícil y que en el 35 llegará el momento de la verdad, pero es un "por si acaso". Tengo mucho respeto a la distancia, para mí es algo desconocido y no quiero arriesgar más de la cuenta. Ya tendré más maratones para eso. Hoy quiero hacerlo bien entrando con dignidad en el estadio. Con esos pensamientos iré toda la carrera: respeto e ilusión.
Los primeros kms voy un poco nervioso y frío. La mañana es perfecta para correr, pero es temprano y la brisa que corre hace que tarde en entrar en calor. Hasta el km 6 no bajo el ritmo medio de 4:55. Muy cómodo y con pulsaciones bajas y controladas. Es casi un calentamiento y da vértigo hacer cálculos de lo que falta o de donde estaremos en un par de horitas. Estado actual: expectación.
Del 7 al 11 subimos un poco el pistón rondando los 4:50. Pasamos el globo de 3:30 pensando que ya nos atrapará..o quizás no. Sigo cómodo pero no quiero pasarme y pido a José Mari que afloje algo, ya que es el que marca el ritmo. Falín nos deja. Prefiere ser precavido y no abusar, ya que va un poco alto de pulsaciones. Se quedará a poco de nosotros durante toda la carrera, que también terminará en un gran tiempo. Me alegro mucho por él. Otro de los auténticos. Más amigo que compañero.
Del 12 al 15 el del globo "parece que nos quiere pillar" e inconscientemente intentamos que no lo haga, por lo que los hacemos en torno a 4:45. Sigo muy bien, ahora solo con José Mari. Vemos cerca a Alfonso y nos unimos a él. No va cómodo. Bajamos a 4:50 y seguimos así ya sin parar casi hasta el final. Alfonso también nos deja casi en la media maratón. Tuvo problemas musculares y aunque no como pensaba terminó. Hay que quedarse con lo positivo, amigo, ya vendrán otras para desquitarse. Otro maratoniano, y también con merecimiento.
Paso la media en 1:45 con la sensación de tener mucho carrete aun, pero con la precaución del inicio casi intacta. Jose también va de lujo. Vamos un pelín por encima del ritmo previsto, en torno a 4:50, pero creo que es asumible. En el 23 no tenemos más remedio que ceder y dejar al del globo de 3:30 que nos alcance. Está claro que va por encima de la media prevista para dejarse ir al final... o quiere hacer mejorar marca a toda la gente que lleva detrás? Escucho algunos comentarios en ese sentido y más de un resoplido. Nos quedamos con ellos, aunque un poco retirados en un lateral para evitar algún tropiezo.
En el 27 las piernas ya se señalan respecto a otras partes de mi cuerpo menos castigadas. Es normal. No me preocupa. Las sensaciones habituales que ya he pasado en los entrenos. Me sorprende que la rodilla no me está dando apenas guerra. Eso me da más confianza, ya que era uno de mis principales temores. Sin embargo empiezo a tener molestias en el empeine del pie izquierdo. Pienso que es la zapatilla demasiado apretada y paro cinco segundos para a aflojarla un poco. Aunque después tuvo un amago de volver a dolerme creo que lo solucioné.
Llegada al 30, al 31 y así sin mucho esfuerzo al 35. Sigo con José Mari y mantenemos la media de 4:50. Sé que es el momento de la verdad. El ambiente que nos rodea lo dice claro. Apenas se escucha a los corredores, sólo los gritos de ánimo del público, que se ha volcado en un día que también invita a ello. Chapeau también por toda la gente que tanto nos empujó. Empiezo a ver corredores andando y algunos incluso parados. El del mazo ya está repartiendo leña aprovechando que la temperatura ha subido y el calor aprieta.
Paso el 35 sin problemas y muy extrañado. Se supone que estoy atravesando el famoso muro. Las piernas pesan pero no noto nada especial. Me he tomado el último gel, cosa que también hice en el 15 y 25. Bueno, y gominolas de azúcar en el 10 y 20. Menos mal que me tomé el protector de estómago antes de salir...
Llega el 36 y allí está. Creía que el tío del mazo sería una especie de "troglodita con cara de pocos amigos persiguiéndote con un palo", pero no. Fue una especie de alien que sin darme cuenta se me pegó en la pierna izquierda, desde el cuadriceps hasta el gemelo. Al principio era un pequeño dolor en cada apoyo, pero desde el 38 cada pisada tenía la sensación de que sería la última antes de un tirón. En el 39 Antonio Triglobero me da otro gel (¡!) Era por agarrarse a algo, a ver si el alien se me caía de la pierna, pero no había manera. A pesar de todo mantenemos el ritmo por debajo de 5, aunque ahora es de 4:57/4:58. Jose también va algo tocado pero nos damos ánimos y seguimos.
El 39 se me hace eterno. Me entra una especie de tic y miro mi Garmin cada 10 segundos. ¿Se me ha parado o qué? Ya sé lo que es sufrir en la maratón. El tirón muscular está a punto de caramelo pero mantengo el ritmo por debajo de 5. Es lo que he aprendido con los exprime limones de Jack. Eso me da mucha moral. En ese momento nos pasa David como un rayo. Jose y yo nos quedamos perplejos. Ni siquiera hablamos. Ya sabemos lo que pensamos. David ha hecho un carrerón. Es el que menos preparación ha hecho y ahí está, dándolo todo hasta el último momento. Ha compartido carrera con casi todos, por arriba y por abajo, y está haciendo el último esfuerzo. Es todo corazón. Un máquina. Otro auténtico que se deja la piel hasta el final.
En el 41 ya sé que está todo hecho. Veo el estadio a lo lejos. Recobro las fuerzas y no sé ni cómo pero aprieto un poco. Jose se queda. Momento desagradable porque pensaba que entraríamos juntos. Estaba convencido de que iba mejor que yo. De hecho era yo el que echaba el freno, pero el del mazo lo ha cogido más fuerte. Entró al poco mía y es otro de los grandes, otro amigo más que compañero. Gracias por la carrera y enhorabuena porque también te lo has currado, Jose.
Último kilómetro, el famoso 42. Las piernas resurgen y alargo zancada. Veo a David cerca, va muy tocado y lo paso al poco. Adelanto a multitud de corredores, muchos andando y otros bastante perjudicados por el calor que a esta hora ha contribuido al desplome de muchos. Le gano la batalla al del mazo y suelto al alien dejándolo atrás, aunque me deja la pierna malherida. No me lo creo pero hago este km en 4:33. Sé que el tirón puede llegar pero la adrenalina me invade. Bajo la cuesta de acceso al estadio y estoy a punto de romperme pero me da igual. Mi Garmin me marca 500 metros más que la distancia oficial, y en los últimos 700 hago 4:03 de media. Ni yo me lo creo. Estoy más entero de lo que pensaba, a pesar de todo.Esto hace que llegue como un obús a la meta "pidiendo paso" en la pista para no chocar con algún corredor. Vienen a mí los pensamientos que conté al inicio y cruzo la meta con un tiempo real oficial 3:28:11, pulsaciones medias de 156 ppm y puesto 1.473 de 4.349 llegados.
Es lo que había soñado tantas veces. Mucha alegría y emoción, todos los sentimientos positivos posibles. Deseando encontrarme con mis amigos. Los voluntarios me cubren con una toalla haciéndome sentir como un verdadero atleta. Llega David exhausto. Nos abrazamos casi sin poder hablar. Me encuentro con Miguel Mij-Mij y nos felicitamos por poder vernos de nuevo, y nada mejor que en la meta. Al poco entra Jose. Abrazo muy sentido. Ahora las lágrimas sí aparecen como señal de lo que hemos pasado juntos. Tampoco hablamos mucho. Hay poco que decir, más que sentir y transmitir. Llega Falín y otro abrazo. Al poco mi gran compañero de siempre, Quique. Las miradas lo dicen todo. Detrás todos los demás.
Pequeños estiramientos comentando la experiencia con los compañeros y después recogida de medalla, bolsa de avituallamiento y la mochila. la organización perfecta, esto es otro nivel. Mientras nos ponemos ropa seca seguimos emocionados. No olvidaré tampoco esos momentos compartiendo lo logrado por todos. Cada uno hemos llegado al destino previsto por distintos caminos y distintas situaciones. Unos más contentos y otros más cansados, pero todos lo hemos logrado, y eso es lo importante. Ocho del club DBM ya somos maratonianos. Todo un orgullo.
Aunque busqué no pude ver a ninguno de mis otros amigos blogueros, pero me alegró mucho la llamada de Charlie, del Matraca o de Álvaro algo después. Todos lo lograron aunque con alguna incidencia. Sé también que Isidro hizo MMP, que el Abuelo estuvo ahí y que Barroso también logró terminar. también me alegro mucho por ellos.
Creo que me salió casi todo perfecto. El resfriado apenas me afectó y la rodilla me respetó increíblemente. En cuestión de ritmos cumplí lo planeado a la perfección. Formé pareja con José Mari durante toda la carrera y fuimos marcando lo previsto km a km. Incluso más de una vez tuve que pedirle que regulara, que quedaba mucho. La verdad es que fue un lujo tenerlo como compañero. Tenemos un rodar muy parecido y nos entendemos a la perfección. Sí eché mucho de menos a mi compañero habitual Quique, pero en esta ocasión prefirió ir un pelín más suave, entrando muy entero. Me alegro también por él porque también se lo ha currado mucho. Ya disfrutaremos juntos en la próxima.
Para terminar, aunque sea simbólicamente, me gustaría compartir la medalla de mi primera maratón con todos los que me han apoyado, ya sea en persona por estar cerca mía o en la distancia a través de vuestros comentarios. Han sido muchos meses compartiendo mis entrenos, soportando entradas algunas veces pesadas de ritmos, pulsaciones y exprime limones. Pero habéis estado ahí y ha sido uno de los motivos por los que ayer terminé la maratón. No podía defraudaros.
Ahora llega el momento de recuperarse, no sólo física sino mentalmente. Pensaba que podía pasar por la famosa "depresión postmaratoniana" pero de momento todo lo contrario. De lo que tengo ganas es de volver a correr pero ahora voy a disfrutar a tope esta semana sin hacer nada que ya tendré tiempo de pensar en próximos retos. Siento una entrada tan larga, pero para mí la ocasión lo merecía...