viernes, 5 de noviembre de 2010

Los inicios

Siempre me ha gustado hacer deporte, sobre todo para divertirme, aunque el running no empecé a practicarlo hasta los años de la facultad. En realidad era una forma de evadirme de las horas de estudio, por cambiar de actividad. Lo estuve haciendo de forma casual, y durante un par de años o tres acompañado de sesiones en gimnasio. Hablo de los años 90.

Después volví a practicar running de forma alterna, cuando podía y me venía bien, por las noches al llegar a casa después de trabajar. Supongo que también era una forma de despejarme de aquellas largas jornadas laborales.

De todas formas aquellas salidas eran breves, de no más de 4 o 5 kilómetros, sin un ritmo constante ni tampoco una ruta prefijada. Ni siquiera llevaba el control de las salidas, por lo que diría que era echar el rato, como si fuera jugar al fútbol o al tenis.

Fue más tarde cuando, decidido a mantener o a recuperar la forma que uno va perdiendo con el paso de los años y el efecto de las buenas comilonas con sus cervecitas y todo lo demás. La buena vida, que se dice.

Allá por el 2005 decidí correr para mantenerme en forma, y a partir de entonces tomé nota de todas y cada una de las salidas con la fecha, recorrido, distancia, hora, peso y algunas notas más. Aquel 2005  no fue demasiado intenso en el correr. A decir verdad, nada. Salí 3 veces en abril y 8 en mayo. Ahí terminó todo, pero senté las bases de lo que quería practicar cuando pudiera y tuviera más ganas.

En 2006 sonaron las alarmas viendo lo que marcaba la aguja del peso (bueno, es digital pero suena mejor): 98 kilos y subiendo. Había que recuperar, esta vez por necesidad, aquello que dejé el año anterior. El 6 de febrero volví a salir a correr, unas tres veces por semana en recorridos de unos 3 o 4 km durante 20 minutos. Nada destacable. Por aquel entonces ni siquiera tenía unas zapatillas específicas de running, eran unas "adidas grises" (no sé ni el modelo) que aun conservo y uso algunos domingos camperos.

El verano de aquel año sufrí una lesión que casi se convirtió en crónica: la periostitis tibial. Dedicaré alguna entrada del blog a ella porque "se lo merece". Después de esporádicas salidas fue en septiembre cuando volví a la actividad de correr de forma más regular. Seguramente alentado por unas nuevas zapatillas que me compré en Decathlon: unas Asics Gel 1120. Las sigo conservando y usando, aunque no para correr.

Al final, el 2006 en números fueron 60 salidas en distancias de 3 a 5 km y de hasta 30 minutos. Eran los comienzos. Llegué a 2007 casi con el mismo peso pero algo más en forma. Hasta ese verano no dedicaba mucho tiempo a correr, aunque tampoco lo dejaba. Además, apareció la lesión por antonomasia de la mezcla edad/ser padre: la lumbalgia. Cuando podía y la espalda me dejaba salía a correr. Sólo eran unas unas 3 o 4 veces al mes. En plan paseo, vamos.

En el verano de 2007 me animé bastante y corrí más regularmente alargando las distancias y el tiempo. Todo acabó en septiembre de nuevo con la maldita periostitis. Parón de 3 meses con médicos, tratamientos y recuperación con masajes y fisioterapia. Dudaba de la total recuperación, ahora que empezaba a animarme. En noviembre empiezo de nuevo pero debo dejarlo otras 3 semanas, ya que las molestias no terminan de irse.

Por fin en diciembre, ayudado por mis nuevas Asics GT 2120 a las que llego guiado por recomendaciones, retomo el correr de forma regular. Aunque con miedo al principio (la periostitis acaba por comerte la moral) voy cogiendo confianza para terminar el año corriendo en solo 47 ocasiones, pero mirando a 2008 con optimismo, y es que aquel fue el año que empecé a "correr en serio".

Seguiré contando.

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